Las grandes soledades
solo merecen
grandes compañías
y esas
casi no existen...
Me pedirás que
escuche tu canto,
sin el acompañamiento
de tus alas
En una danza
que subvierta
mi caos y mi orden,
que acorte
la distancia
del jardín
entre nosotros...
Me lo pedirás muchas veces,
pero el jardín seguirá ahí...
He de quebrarme
cuando no
te escucho
La pálida voz
de tus labios
se volvió gris
allá
en ese horizonte cruel
de la pobreza...
Contemplo tu voz
mirando al suelo,
sin embargo
tropiezo necia
y constantemente...
La circunstancia
más distante
fue ver
tu cuello desnudo
y el drástico azul
que
desdoblaba
tu piel...
Me faltó
el descontento
de tu piel morena
Sólo tuve
el color
del café
de una Habana
escupida
por el mar...
Vendrá
otro día lastimero
y la mañana
de mañana,
olerá a cenizas
y veneno,
seguro
la luz del sol
será sucia
una vez más...
La muerte me vendrá del sol
por eso
las calles sucias
alumbrarán mi camino
con la superficialidad
de un color gris
que matiza las almas
nos veremos en el abrazo
allá donde se esconden
los mortales nutridos
de virus extraños...
Recuerdo tu cabello
sonando en mis oídos,
tu voz con filo
rompiendo mis cristales,
tu histeria ciega
viendo mis películas,
si,
me gusta todo eso,
porque es la matemática
de
la contemplación,
es tu alma estampada
en la malla del universo,
inalcanzable
pero cerca...
Estoy hecho con la vorágine
de números ceros
y números unos
que duelen,
se construyen al publicar
lo que pienso,
viajan en luces sobre
cobre blanco y rompen
el éter del espacio
para decirte lo que pienso,
cuando desplazas la pantalla
se desconstruyen en la nada,
y mi dolor pasa...
Bievenido!
Antropólogo social, estudiante de la arquitectura de la palabra, el pensamiento y las emociones. Me motiva el contacto de los ojos y la inteligencia, la textura poética se ha ha convertido en mi piel y la prosa en mi respirar. Tengo, ahora, ojos de poesía y todo lo que veo, lo convierto al contexto del corazón.
Conozcámonos.
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